El bailarín argentino del American Ballet Theatre rescató del olvido la obra "Caaporá", la creación que Ricardo Güiraldes y Alfredo González Garaño hicieron en 1915 para la figura rusa y que nunca pudo desarrollarse.
Por Concepción M. Moreno
Cual ave fénix, resurgió de sus cenizas al salir de un coma siendo bebé; ahora se metamorfoseará en pájaro urutaú para rescatar la “última inspiración” de la “leyenda” de la danza Vaslav Nijinsky: un ballet creado en Argentina para él hace más de un siglo.
Al argentino Herman Cornejo, bailarín principal del American Ballet Theatre (ABT) desde hace 20 años, le brilla la mirada al explicar su primera producción, “Ánima animal“, surgida en pandemia a partir de la investigación sobre “Caaporá“, la creación que Ricardo Güiraldes y Alfredo González Garaño hicieron en 1915 para la figura rusa de origen polaco y que nunca pudo desarrollarse.
“Él, después de inspirarse y querer hacer esta obra, enfermó y dejó el escenario y desapareció. Entonces, para mí, poder traer al escenario su última inspiración es muy especial. Y, obviamente, para mí tenía que ser estrenado en Argentina”, explica Cornejo.
El bailarín de Villa Mercedes (San Luis) recibe a EFE en el Teatro Colón, de Buenos Aires, en medio de los ensayos para la obra “Romeo y Julieta”, que se estrenó este domingo y en la que forma pareja con la estadounidense Isabella Boylston -su compañera del ABT- en dos de las cinco funciones programadas hasta el sábado 12.
El ‘ballet argentino’ de Nijinsky
Es poco conocido que Nijinsky hizo una gira por Argentina y Uruguay en 1917, pero menos sabido aún es que, en aquel viaje, dos escritores argentinos le ‘regalaron’ una obra y que el propio bailarín estaba “muy motivado”, tanto que “había convocado a (Igor) Stravinsky para hacer la música”, comenta Cornejo.
Su diagnóstico de esquizofrenia y retirada de los escenarios desde 1919 impidió que este proyecto llegase a término y, durante más de 100 años, permaneció en el olvido, algo que el bailarín argentino califica de “increíble”.
“He hablado con muchos entendidos del tema, sobre todo de Nijinsky. Uno de los más grandes es John Neumeier, coreógrafo y director del Hamburg Ballet; otra persona es el subdirector del ABT, Clinton Luckett, que conocen muchísimo de Nijinsky, tienen todos sus libros y nadie conocía que Nijinsky iba a hacer una obra aquí en Argentina. Y lo más impactante es que fue su última inspiración”, detalla.
La leyenda guaraní, cargada de “espiritualidad” y “conexión con la tierra, el universo y las estrellas”, parte de una desgraciada historia romántica y tiene por protagonista al pájaro urutaú, que apenas puede verse y cuyo trino es similar a un llanto.
El culmen de “Ánima animal” es la transformación de Cornejo en urutaú, que, reconoce, “es un poco homenaje a Nijinsky”, ya que, según él mismo escribió, “sentía que se transformaba a luz” con la danza.
“Cuando una estrella muere y cae a la tierra, nace un ser humano para purificar su alma. Su camino por la tierra es purificar su alma para volver a ser luz. Y, en este momento, es donde invocamos a Nijinsky en la leyenda dentro de la leyenda para terminar la obra”, detalla.
Con coreografía de Anabella Tuliano, baile del Grupo Cadabra, con Cornejo al frente, y música de la compositora clásica Noelia Escalzo y del DJ Uji, el estreno mundial será el 2 de diciembre en el Teatro del Bicentenario de San Juan.
“Ay, me llena de emoción pensar que busqué mundialmente y lo que me atraía eran personajes de aquí, de Argentina”, comenta Cornejo, quien vive en Nueva York hace más de 25 años, pero considera que “las raíces son argentinas”.
El ave fénix
Empezó a bailar con 8 años y con 14 ingresó al Ballet Argentino de Julio Bocca, quien a los 16 vio en él a una especie de sucesor: con esa edad, Cornejo fue el ganador más joven del Concurso de Moscú, uno de los más prestigiosos del mundo, que el propio Bocca había ganado doce años antes (1985).
“Julio es un grande mundial y para mí es una persona clave en mi desarrollo como bailarín profesional. Fue el que me dio esa mano y me sacó del estudio para subir a un escenario”, apunta Cornejo, quien reconoce que pudo cumplir su “sueño” de alcanzar el ABT con la “disciplina” de Bocca: “El talento es necesario pero el trabajo del día a día es fundamental”.
Por su altura y capacidad de salto, se le ha equiparado con (Mijail) Barýshnikov, lo que él califica de “muy lindo”, si bien opina que “es muy difícil comparar artistas, como comparar pintores”.
No obstante, asume ese espejo con “un poco de responsabilidad”, porque “lo que uno haga va a tener consecuencias arriba y abajo del escenario”, aunque sonríe al ser considerado “referente”. “Para mí es Julio y pensar que yo soy de otros bailarines es muy loco”, sentencia.
Nacido sin el pectoral izquierdo y, tras superar el coma causado por una infección siendo bebé “cuando ya iban a desenchufar la máquina”, considera que esos obstáculos le hicieron “más fuerte”.
Por eso, un ave fénix cubre la piel de su antebrazo izquierdo y explica que él mismo resurgió de sus cenizas. Ahora, se metamorfosea en urutaú por amor a Nijinsky.
EFE.